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EL PACTO MIGRATORIO DE LA ONU

El núcleo central de la ideología migratoria de la ONU descansa en el propósito general de terminar o reducir a la insignificancia la identidad territorial de las naciones, propósito que se convirtió en 'agenda mundial' con el Pacto Migratorio aprobado por la ONU en 2018.

Veamos los aspectos más destacados de la presentación de ese Tratado Internacional que dejan a la vista su carácter ideológico.

"El Pacto Mundial reconoce que ningún Estado puede abordar la migración en solitario por ser ésta un fenómeno intrínsecamente transnacional;

"El Pacto Mundial reafirma que los Estados tienen el derecho soberano a determinar su propia política migratoria, de conformidad con el derecho internacional;

"El Pacto Mundial incorpora la perspectiva de género y promueve la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas;

"El Pacto Mundial tiene por objeto aprovechar el potencial de la migración para alcanzar todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible."

Dada la naturaleza práctica de las migraciones, la ONU se ha visto aquí en la necesidad de asociarlas con todas sus 'visiones puntuales', poniendo en evidencia su unidad ideológica esencial.

Ahora bien, ¿qué características debieran tener estas migraciones para cumplir su finalidad destructiva de la democracia? Básicamente sería necesario que fuesen 'incompatibles' con la mentalidad democrática de los pueblos que las reciben. Por eso, las 'migraciones islámicas' son el ideal.

Se trata de una cultura de raíz religiosa, profundamente excluyente, que se propone ante todo "eliminar a los infieles", experiencia de la que da testimonio no sólo la desaparición histórica de los cristianos del mundo árabe, sino el asesinato diario, hoy mismo, de que son víctima los pocos que subsisten en medios islámicos, arábigos o no.

Aquí es absolutamente imperioso que los líderes responsables de velar por los fines que les son propios, sean políticos, intelectuales o religiosos, no caigan en reacciones puramente emocionales, como sugieren estas palabras del Papa Francisco:

"Los migrantes me plantean un desafío particular por ser Pastor de una Iglesia sin fronteras que se siente madre de todos. Por ello, exhorto a los países a una generosa apertura, que en lugar de temer la destrucción de la identidad local sean capaces de crear nuevas síntesis culturales."

Objetivamente, la forma y contenido de esta cita se presta a ser entendida, tanto al servicio del proyecto migratorio destructivo de la ONU, como a favor de la ambición histórica del islamismo de conquistar –'por fin'– el continente europeo.

En este último sentido, el Presidente de Turquía, Tayyip Erdogan, dirigiéndose a los emigrantes turcos en Europa, les ha dicho:

"Sois el futuro de Europa. Tened cinco hijos, no tres".

Con ello actualizó la convicción islámica sobre su destino europeo:

"Conquistaremos Europa con el vientre de nuestras mujeres".

Y esto es, exactamente, lo que está ocurriendo hoy en Europa: el crecimiento vegetativo de la natalidad de las familias islámicas es altísimo –sin contar con las migraciones masivas actuales–, mientras que el de la población nativa está pasando a ser negativo a causa de la maquinaria abortista y del desprecio por la familia natural.

¿Cuántas décadas necesitará el crecimiento islámico en Europa para consumar la 'síntesis cultural', sugerida por el Papa, que probablemente pondrá fin a lo que queda de la cultura cristiana europea, incluido posiblemente El Vaticano?

 

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